Cuando hablamos de hacer rebranding nos referimos a actualizar la imagen de marca de una empresa. Probablemente éste sea uno de los procesos más temidos por una empresa. ¿Por qué es tan temido?
¿Qué es el rebranding?
En el rebranding partimos de una cultura de marca establecida, de una percepción del mercado (mala o buena pero existente), de una vinculación con unas formas o colores difícil de cambiar, de una personalidad de la marca definida (ecológica, tradicional, seria, trendy, etc). Todo estos parámetros ya establecidos han de tenerse en cuenta y ver cómo reflejarlos en la nueva propuesta de marca.
¿Cuándo hacer rebranding?
¿Cuándo suele ser el momento en que una empresa se plantea un cambio en su imagen de marca? Las causas que motivan un cambio de estas características pueden ser varias, enumeramos algunas de las más frecuentes.
Cuando se producen cambios en el mercado o la sociedad y la empresa adopta estos cambios
Un ejemplo claro es la creciente tendencia hacia el marketing 3.0. Una tendencia por la que las empresas han de apostar por hacer de este mundo un lugar mejor. Para ello tratan de cuidar y mejorar lo que les rodea.
Pero no vale con dar esa imagen en redes sociales, anuncios, catálogos, etc. Tiene que haber una actitud y un compromiso real, sino todo suena a mentira como pasa con las compañías telefónicas o lo bancos.
La empresa ha crecido y se ha profesionalizado
El caso más frecuente en las pymes. Al poner en marcha un negocio, a veces, la imagen de la empresa queda relegada a un segundo plano, normalmente por la necesidad de arrancar o por la falta de recursos. Si la evolución es positiva, la empresa crece, se consolida pero su imagen no refleja su potencial ni su valor diferencial.
Cuando se producen cambios internos en la empresa que se traducen en modificaciones en la forma de concebir la filosofía
El primer paso en estos casos es extractar cuáles son los nuevos valores o en qué se diferencian de los anteriores. Lo más complejo suele ser buscar la forma en qué convivan aspectos de la filosofía anterior con los nuevos. No olvidemos que los cambios no han de ser traumáticos, sobre todo si el público tiene una imagen positiva de la empresa.
En procesos de internacionalización
En estos casos es crucial conocer el país de destino. Cuando decimos conocer no quiere decir navegar y ver qué se dice de él ni haber pasado unos veranos. Conocer es entender su forma de comportarse, su cultura, su historia y todos los pequeños detalles que puedan afectar la percepción de la marca.
Actualizar las líneas del logotipo para “refrescarlo”
Seguro que en este caso a todos nos viene a la mente los cambios que hacen las grandes marcas a sus logos. Marcas como Coca-Cola, que van haciendo pequeños cambios que modernizan el logo pero no alteran la percepción de la imagen de marca. De esta manera consiguen mantener todo el reconocimiento adquirido y los valores asociados.
En cualquiera de los casos es básico tener en cuenta qué quiere la audiencia, cómo nos percibe y que es lo que más le gusta y disgusta de la empresa. Otro de los factores básicos es aprovechar y potenciar los valores positivos de la empresa que la definen y la diferencian. Si la imagen existente ya los refleja debemos buscar la forma de seguir haciéndolos perceptibles en la nueva imagen. Hay una frase al respecto que leí una vez y me pareció muy buena ” El rebranding debe ser una evolución positiva, no una revolución desesperada”.