Tras varios años trabajando con empresas e instituciones en proyectos de branding hay una situación que vemos de forma bastante recurrente. Existe una tendencia a construir la oferta, y por extensión la comunicación, muy centrados en las características del producto o servicio, olvidando las grandes preguntas ¿qué quiere comprar mi usuario potencial? ¿qué necesidad cubre con lo que yo le ofrezco?
Si configuras tu oferta desde la perspectiva del producto te centrarás mucho en tu capacidad de producción pero corres el riesgo de que el resultado sea una oferta no alineada con los intereses del público. Si ocurre esto probablemente vivirás una de estas situaciones (o varias):
- Tú público no entiende qué beneficio le aportas con lo que puedes perder posibilidades de venta.
- Si no has pensado qué busca tu público ni porqué debería elegirte a ti difícilmente construirás un mensaje que genere interés ni mucho menos deseo.
- De la misma manera, corres el riesgo de no utilizar el canal más adecuado para dirigirte a tu público ya que estás pensando más en tu producción que en tu público.
- Si no construyes el mensaje adecuado ni lo cuentas en el lugar idóneo puede ser que quién se dirija a ti no sea quien realmente te interesa.
- Si no piensas en qué busca el usuario no podrás construir un valor diferencial realmente interesante y que aporte rentabilidad a tu negocio (¡Ojo! el precio, la calidad, la confianza, la innovación no son diferenciales. Todo el mundo dice que lo tiene).
Cuando pienses en tu negocio, no importa si llevas 20 años o estas comenzando, coloca al usuario en el centro. Y sí, ya sé que esto parece tan obvio … pero la realidad es que muchísimas veces el producto es el que está en el centro y se hacen auténticas piruetas para encajar todo a su alrededor.
En definitiva, el eje central no es qué vendes sino qué quiere comprar el usuario y por qué te elegiría a ti. Así empezarás a construir un negocio sostenible en el tiempo. Un negocio diferenciado. Una marca. Eso es branding.